SOCIAL WATCH BOLETÍN - Boletín 33 - 20 de abril, 2011

Boletín 33 - 20 de abril, 2011

Carestía alimentaria mata igual que un tsunami diario

 

La Plataforma 2015 y Más, punto focal de Social Watch en España, advirtió este mes sobre la tendencia al encarecimiento de los alimentos, cuyo precio supera los de 2008, cuando la comunidad internacional ya advertía sobre las consecuencias en la nutrición de 300 millones de personas.
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Mil economistas recomiendan la tasa Robin Hood
Mil economistas adhirieron este mes a la creación del impuesto Robin Hood a las transacciones financieras especulativas, a través de una carta entregada a los ministros de Economía del G-20 reunidos en Washington. Entre los firmantes figuran personalidades académicas de universidades como las de Oxford, Cambridge, Harvard, Berkeley y La Sorbona.
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Las metáforas fallidas del libre comercio

La Ronda de Doha de negociaciones multilaterales de comercio, también llamada “del desarrollo” porque debería incorporar los temas que interesan a los países de la periferia, comenzó en 1991 y está estancada. Para captar alg´uacute;n interés de la prensa, los negociadores se esfuerzan en encontrar metáforas inteligibles y que ahorren el trabajo de analizar cifras y documentos. Algunas son fallidas, como comparar la liberalización comercial con bicicletas (así lo hizo Estados Unidos) o con mulas (una creación del director general de la OMC, Pascal Lamy), indicó en una columna Roberto Bissio, coordinador ejecutivo de Social Watch.

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Cambio climático: El Norte rico oculta sus cartas
El primer ministro de Canadá, Stephen Harper, prorrogó por tres años más la misión militar de su país en Afganistán, sin aval parlamentario. No lo necesitaba, seg´uacute;n él, porque se trataba de “una simple misión técnica o de entrenamiento”. Pero las primeras muertes de soldados canadienses en el país de Asia central, en 2002, ocurrieron cuando cuatro “entrenadores” atrajeron el “fuego amigo” de un caza F-16 estadounidense, recordaron los expertos Michael Byers y Stewart Webb en un informe publicado por el Centro Canadiense para Políticas Alternativas, punto focal de Social Watch, y el Instituto Rideau.
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El poder asesino de la especulación de alimentos

Los precios de los alimentos básicos vuelven a captar la atención de los medios de comunicación, advirtió la organización española Plataforma 2015 y Más en su programa de radio. La tendencia alcista de los ´uacute;ltimos días se eleva sobre los precios registrados en verano de 2008, cuando la FAO advirtió que la subida de precios afectaría a 300 millones más de personas que no lograrían adquirir suficientes nutrientes para sobrevivir.

Los llamados “mercados de futuro y de productos básicos” ya están entre los preferidos de los inversores en el negocio bursátil mundial. Se pueden comprar hoy acciones sobre cosechas futuras de maíz de la misma forma que se puede invertir en petróleo.

El activista estadounidense Timothy Wise calculó que la inversión en estos papeles asciende hoy a 9.000 millones de dólares anuales, de los cuales 85% escapa a los controles de los reguladores. Imposible saber quiénes “poseen” los derechos futuros, y qué hacen con ellos, si acaparan o especulan.

La noticia, seg´uacute;n la Plataforma, no es que los precios de los alimentos vuelvan a subir, porque para explicar eso siempre se les puede echar la culpa a los chinos y a su manía de elevar su nivel de vida. Y también se puede culpar ahora de lo mismo al cambio climático, ironizó la organización española.

En realidad la noticia es que los precios de los alimentos básicos entraron en la ruleta de la incertidumbre, de la especulación, de la inestabilidad. Cada día son menos las personas que acaparan la capacidad de decidir sobre los derechos de cada vez muchísimas más personas. Unas cuantas operaciones bursátiles causan cataclismos en la vida de millones.

Mil millones de personas carecen hoy de acceso a alimentos suficientes en calidad y cantidad para sobrevivir, seg´uacute;n la Plataforma 2015 y Más. Sin embargo, acotó la red en su programa radial, en el mundo se producen entre dos y tres veces más alimentos de los necesarios para proporcionar una dieta suficiente a los 6.600 millones de personas que lo habitan.

Pero a los acuerdos comerciales internacionales son definidos por los intereses de la agroindustria, del transporte, de las cadenas exportadoras y de los grandes centros de distribución que crecen como setas configurando nuevas realidades urbanas.

Sin espacios p´uacute;blicos abiertos que no sean ferias del consumo irracional e ignorante, creando necesidades a las nuevas generaciones que perdieron la calle para ganar el derecho a una plaza de garaje o para consumir cualquier producto sin saber de qué temporada es, de qué país viene, o cómo se ha producido.

Ahora, en una vuelta de tuerca cruel, los mercados financieros, esos invisibles determinantes decidieron también especular con los alimentos. Que sea por su novedosa utilidad en el campo energético para la generación de los agrocombustibles, que sea para acaparar y así elevar sus márgenes de ganancias da lo mismo.

En cualquier caso, a esos inversores les conviene la carencia de alimentos, les conviene la presión de la demanda, así sus “acciones” subirán como la espuma.

Dice la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que son 30.000 personas las que fallecen cada día en todo el mundo por falta de acceso a los alimentos. Alejandro Nadal, del Colegio de México, recuerda que se trata de un tsunami diario como el que sufrió Japón hace justo un mes. Un mes en que ya han muerto 900.000 personas de hambre. Quién quiere invertir sus ahorrillos en el hambre de otros?

Cada día más razones para exigir el control de los gobiernos sobre los mercados financieros, sobre las agencias de rating y sobre los mecanismos de regulación. Más impuestos, más transparencia, y más gobiernos. Menos liberalización, menos desregulación y menos exportación. El hambre se cura con democracia, no con mercadotecnia, concluyó la Plataforma.

Fuente: Plataforma 2015 y Más, España

 

Un impuesto contra el hambre, el cambio climático y la crisis económica

Más de 1.000 de economistas de 53 países han dirigido el día 13 una carta a los ministros de Economía del G-20, que se reunieron el día siguiente en Washington, para instarlos a poner en marcha de la tasa Robin Hood para luchar contra la pobreza, los efectos del cambio climático y la reducción de las desigualdades sociales.

También dirigieron la misiva al empresario Bill Gates, a quien el presidente francés Nicolás Sarkozy, en su carácter de presidente del G-20 en 2010, encargó un estudio sobre vías innovadoras de financiación al desarrollo.

La iniciativa cuenta con el apoyo de cada vez más gobiernos, como los de Francia y Alemania, que respaldan la implantación de un impuesto de 0,05% a las transacciones financieras especulativas, y de economistas de renombre como los premios Nobel Paul Krugman y Joseph Stiglitz.

Entre los firmantes se destacan economistas como Jeffrey Sachs, director del Earth Institute de la Universidad de Columbia y asesor especial del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Ban Ki Moon; Christian Fauliau, ex jerarca del Banco Mundial; Dani Rodrik, de la Universidad de Harvard, y Ha Joon Chang, de la de Cambridge.

“Es hora de que el G-20 llegue a un consenso a favor de la tasa [Robin Hood] a las transacciones financieras para ayudar a los países en desarrollo que están luchando contra el hambre, el cambio climático y la crisis económica que ellos no han causado. Esta tasa tiene que contribuir también de una forma justa y eficiente a la consolidación fiscal de nuestros países”, dijo Sachs.

La iniciativa también cuenta con el respaldo de personalidades de universidades españolas como la Complutense, la Pontificia Comillas y la del País Vasco. También se han sumado economistas de instituciones académicas españolas como el Real Instituto Elcano y las fundaciones Alternativas e IDEAS.

La carta entregada a los ministros recuerda que “la crisis ha puesto en evidencia los riesgos derivados de la falta de regulación de la actividad financiera y la desconexión cada vez mayor frente a la economía real. El sector financiero tiene ahora la responsabilidad de contribuir a reparar el daño que sus excesos han causado devolviendo a la sociedad una parte justa de los beneficios que ha obtenido. La aplicación de una tasa del 0.05% desincentivaría también la especulación excesiva que está en el origen de los desequilibrios económicos actuales”.

Con la aplicación de la tasa Robin Hood se podría recaudar más de 300.000 millones de euros anuales para ayudar a millones de personas que sufren los efectos de la crisis económica y el cambio climático, seg´uacute;n la misiva.

“El G20 debe escuchar a este movimiento internacional que crece día a día, y al que ahora se suman los especialistas en materia económica. La gran cantidad de adhesiones de esta iniciativa en la elite del pensamiento económico mundial la hace incontestable”, dijo la portavoz de Intermón Oxfam Susana Ruiz.

Fuente: Intermón Oxfam

  De mulas, bicicletas y libre comercio

Por Roberto Bissio*

Las rondas de negociaciones sobre el comercio mundial duran años. La Ronda Uruguay que creó la Organización Mundial (OMC) de Comercio e incorporó la propiedad intelectual, los servicios y las inversiones a la discusión demoró ocho años, de 1986 a 1994. La actual Ronda de Doha, también llamada “del desarrollo” porque debería incorporar los temas que interesan a los países de la periferia, comenzó en 1991 y está estancada.

Para combatir el aburrimiento y captar alg´uacute;n interés de la prensa, los negociadores aguzan el ingenio en un esfuerzo por encontrar metáforas inteligibles… y que ahorren el trabajo de analizar las cifras y leer los documentos (los anexos de la Ronda Uruguay tienen veinte mil páginas). Así, por ejemplo, el argumento de que la liberalización comercial sería un proceso permanente que no puede entorpecerse sin exponerse a graves riesgos venía siempre acompañado de la metáfora de la bicicleta: si no está en movimiento se cae.

Hasta que un día, enojado por las continuas presiones hacia una apertura más acelerada que la que su país estaba dispuesto a conceder, el embajador de India en Ginebra, BK Zutshi, replicó con sorna al negociador norteamericano: “En mi país algo sabemos de bicicletas, y le aseguro que cuando se prende la luz roja del semáforo todo el mundo para y nadie se cae. Si quiere le explico cómo se hace”…

El 7 de abril, en charla con la prensa, el director general de la OMC, Pascal Lamy, intentó ponerle buena cara a las cifras que su organización acaba de publicar y que muestran un record en el crecimiento comercial de casi 15% en 2010, pero con un pronóstico bastante pesimista de apenas seis por ciento para 2011, una cifra que podría revisarse a la baja si el impacto del terremoto y la emergencia nuclear en Japón es superior al pronosticado. Para peor, el clima político tampoco es favorable a más liberalización comercial y la Ronda de Doha no logra superar el escollo del acceso a los mercados de productos no agrícolas. Es un momento “muy difícil”, admitió Lamy, “pero la OMC es como una mula, confiable y tenaz”. Agregó que los n´uacute;meros sobre el comercio “al igual que la mula, no retroceden. La dificultad con la mula es que a veces se detiene y no avanza, no retrocede pero se niega a avanzar”. Alegó que esto es lo que ocurre hoy con el sistema comercial mundial.

El comercio internacional cayó 12% por ciento en 2009, antes de tener en 2010 el mayor crecimiento registrado desde que se comenzaron a llevar estadísticas en 1950. El total de lo producido en el mundo creció 3.6 por ciento en 2010, o sea que el comercio aumentó cuatro veces más que la producción real. La OMC alega que el motivo de este crecimiento es el mismo que provocó la caída de 2009: “Las cadenas globales de producción hacen que los bienes crucen las fronteras nacionales varias veces durante el proceso de producción, lo cual hace que el comercio internacional que medimos crezca mucho más que en décadas pasadas”.

Los bienes más afectados por la crisis, como maquinaria industrial y bienes de consumo durables, se cuentan entre aquellos cuyas partes circulan internacionalmente en mayor proporción antes de que se exporte el producto final y ello explicaría tanto la gran caída de 2009 como la recuperación del año pasado, ambas mucho mayores que el ascenso y caída de la producción.

“Hace treinta años”, escribió Lamy en una columna del Financial Times, “los productos eran ensamblados en un país usando insumos del mismo país y medir el comercio era fácil. Ahora la manufactura se organiza en cadenas globales y la mayor parte de los bienes deberían decir ‘hecho globalmente’ y no ‘made in China’. Esta no es una distinción académica. Con fricciones políticas causadas por los desbalances comerciales, la forma en que medimos el comercio puede exacerbar las tensiones geopolíticas”.

El veterano periodista Chakravarthi Raghavan, quien acompaña las negociaciones comerciales en Ginebra desde hace cuarenta años, discrepa con Lamy sobre la novedad del fenómeno y muestra un ejemplar de 1785 del Annual Register (un almanaque anual que se publica ininterrumpidamente desde 1758) donde se cuenta que “el gusto francés por los carros ingleses es tal que más de ochocientos juegos de ruedas y amortiguadores están siendo embarcados a Francia para fabricar vehículos a la mode d’Anglois”.

Si las cadenas de producción son un fenómeno tan viejo, el problema no es si las exportaciones chinas tienen un 60% de componentes importados o esa proporción es mayor, sino que proporción del valor agregado en China es, en realidad, ganancia para las trasnacionales que organizan el negocio.

Raghavan cita como ejemplo las relaciones comerciales entre Portugal e Inglaterra que estudiaron los economistas clásicos como Adam Smith y Ricardo hace más de dos siglos: los campesinos portugueses cultivaban las uvas, fermentaban su jugo y lo vendían en barriles a los comerciantes de Bristol, que lo embotellaban y llevaban a Inglaterra en navíos ingleses. Como resultado, las ganancias de las exportaciones portuguesas quedaban en manos de los comerciantes ingleses y Portugal sigue siendo hoy una economía subdesarrollada mientras que Inglaterra fue la potencia mundial hasta casi la mitad del siglo XX.

Moraleja: Hay que ser más cuidadoso con las metáforas que se usan para defender el libre comercio a toda costa. Después de todo, la mula, cruza de asno y yegua, es un animal estéril.

*Coordinador de Social Watch
Fuente: Agenda Global

 

 

Nuevas líneas en la batalla por el clima

Las conversaciones de las Naciones Unidas sobre el clima se reanudaron a comienzos de este mes en Bangkok. Los países en desarrollo desafiaron a los desarrollados a que anunciaran, de una vez por todas, si tienen la intención de continuar con el Protocolo de Kioto o de liquidarlo.

Esta batalla Norte-Sur ya había tenido lugar el año pasado, sobre todo en la conferencia de Canc´uacute;n en diciembre, cuando Japón declaró abiertamente que no tenía intención de unirse a un segundo período del Protocolo una vez finalizado el primero, en 2012.

El anuncio de Japón, país anfitrión de la reunión que creó el Protocolo de Kioto, causó indignación entre los países en desarrollo.

El Protocolo de Kioto es el principal pilar de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en virtud del cual todos los países desarrollados (salvo Estados Unidos) asumieron compromisos legales de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Si se elimina, queda poco margen —o ninguno— para obligarlos a que cumplan sus compromisos.

India recordó que los países desarrollados son responsables de las tres cuartas partes de los gases de efecto invernadero en la atmósfera y que deben asumir la mayor cuota de la responsabilidad de la reducción mundial de emisiones.

El pronunciamiento de Japón en Canc´uacute;n fue la punta del iceberg, porque muchos otros países —entre ellos Rusia, Canadá, Australia— quieren hacer lo mismo, mientras que Estados Unidos —que no es miembro del Protocolo de Kioto— parece encantado con esta situación.

Pero las grietas del régimen mundial sobre el clima se ocultaron al final de Canc´uacute;n para evitar otra gran ruptura, como la de la traumática conferencia de Copenhague el año anterior.

La semana pasada, los países en desarrollo actuaron unidos e interpelaron a los países desarrollados que son miembros del Protocolo de Kioto exigiéndoles que respondieran si están comprometidos o no con un segundo período.

El pequeño estado insular de Tuvalu, que quedará sepultado bajo el mar a medida que se acent´uacute;e el cambio climático, exhortó a los países que estaban dispuestos a continuar con el Protocolo de Kioto a ponerse de pie y expresarlo, y que los que no lo hicieran deberían abandonar la sala.

Su reclamo de explicitar la decisión política fue apoyado por un n´uacute;mero abrumador de países en desarrollo, entre ellos los menos adelantados, los pequeños estados insulares, los grupos africanos y árabes, China, Filipinas, Bolivia y Arabia Saudita.

El Grupo de los 77 y China declaró que la adopción del segundo período del Protocolo de Kioto es fundamental para que tenga éxito la próxima Conferencia sobre el Cambio Climático, que tendrá lugar en diciembre en Durban, Sudáfrica.

Es un imperativo político y también una obligación legal que debe cumplirse.

Muchos países en desarrollo manifestaron que no tenía sentido seguir enfrascados en cuestiones técnicas y que ya era hora de adoptar una decisión política. Filipinas dijo que el Protocolo de Kioto estaba “en cuidados intensivos y que en lugar de darle oxígeno, sus respiradores están conectados a un tanque de dióxido de carbono”.

También expresaron que si no había un compromiso para con un segundo período del Protocolo de Kioto, entonces no tenía mucho sentido negociar otros temas en el grupo de trabajo paralelo sobre la cooperación a largo plazo, donde los países desarrollados los han presionado para que adopten medidas de reducción de emisiones.

El Grupo de Estados Arabes señalaron que la aceptación de un segundo período del Protocolo de Kioto era una condición sine qua non para lograr un acuerdo en el grupo de cooperación a largo plazo, opinión que fue compartida por el Grupo Africano.

En una sesión posterior, los países europeos —respaldados por Australia y Nueva Zelanda— expresaron que debían cumplirse ciertas condiciones para que pudieran comprometerse a un segundo período. Mencionaron medidas adecuadas adoptadas por otros países, así como acuerdos sobre normas referidas a cómo sus compromisos deberían tener en cuenta el uso del suelo y los mecanismos de mercado.

Japón y Rusia, los dos países que se oponen explícitamente a sumarse a un segundo período del Protocolo de Kioto, mantuvieron un significativo silencio.

Sobre las condiciones, Arabia Saudita preguntó cómo podrían las partes del Protocolo de Kioto obligar a países que no son miembros a adoptar medidas, para sólo entonces comprometerse al segundo período, y comentó que eso parecía una forma indirecta de no aceptar un segundo período.

China dijo que si las condiciones previas están encaminadas a mejorar los niveles de reducción de emisiones, entonces es posible discutir los aspectos técnicos. Pero si la condición previa está vinculada a la decisión de asumir o no un segundo período de compromisos, entonces no hay espacio para la discusión.

Mientras tanto, el grupo de cooperación a largo plazo pasó toda la semana en una feroz batalla por el programa de trabajo de este año.

Algunos países desarrollados encabezados por Estados Unidos sólo querían dar seguimiento a las decisiones de la conferencia de Canc´uacute;n. Pero el Grupo de los 77 y China argumentó que ésta sería una elección selectiva de los problemas. El mandato de las negociaciones sigue siendo el Plan de Acción de Bali, adoptado en diciembre de 2007, que puso en marcha el grupo y las negociaciones en curso.

Muchas cuestiones fundamentales —si los compromisos de reducción de emisiones de todos los países desarrollados, incluido Estados Unidos, son adecuados, la necesidad de evitar el proteccionismo comercial con el argumento del clima y el tema de las patentes y la transferencia de tecnología— no se resolvieron en Canc´uacute;n y deben ser incluidas en las negociaciones, seg´uacute;n los países en desarrollo.

No es tan así, respondieron del otro lado. Lo que se estableció explícitamente en Canc´uacute;n como trabajo de seguimiento son los ´uacute;nicos temas de la agenda.

En Bangkok, los países en desarrollo ganaron la batalla del programa de trabajo en las ´uacute;ltimas horas: se acordó que el Plan de Acción de Bali se mantendría como el marco de las futuras negociaciones.

Esta es una señal del grado de desorden y confusión en que se encuentran las negociaciones sobre el problema n´uacute;mero uno en el mundo.

El lado positivo es que los países en desarrollo volvieron a actuar en conjunto, después de que sus intereses sufrieran un duro golpe en Canc´uacute;n.

*Martin Khor es director ejecutivo de South Centre.

Fuente: Agenda Global

 

 

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