FAO acusada de promover la destrucción de la agricultura campesina
Published on Thu, 2012-09-20 13:21
Destacados grupos ambientalistas, de campesinos y de la sociedad civil en general manifestaron “asombro e indignación” por el llamado de los principales funcionarios de la FAO y el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD) a considerar al sector privado el “principal motor” para aumentar la producción mundial de alimentos. En una declaración conjunta, estos grupos advirtieron que la FAO abandona su misión al promover la “destrucción” de “la producción campesina y familiar” y “el acaparamiento de tierras”. La exhortación a empresas privadas a duplicar sus inversiones “en tierras […], maquinaria y semillas” en “un vasto territorio que se extiende de Mongolia en Asia central a Marruecos en África septentrional” fue formulada por el director general de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), José Graziano da Silva, y el presidente del BERD, Suma Cakrabarti, en una columna con sus firmas publicada por el diario estadounidense The Wall Street Journal el día 6 de este mes. “La verdad es simple: el mundo necesita más alimentos, y eso significa más producción. Hay muchísimo espacio para el crecimiento agrícola en las áreas donde actúa el BERD. […] El sector privado puede ser el principal motor de ese crecimiento”, escribieron Da Silva y Cakrabarti. “El sector privado necesita duplicar la inversión en la propia tierra, y en maquinaria y semillas. Inversión en almacenamiento, transporte e infraestructura comercial son la clave no sólo para asegurar que el alimento llegue a su destino previsto sino también para amortiguar choques adversos y sequías. Parte de la inversión en infraestructura podría ser realizada conjuntamente entre gobiernos, con la estructura apropiada”, agregaron. La Vía Campesina, GRAIN, Amigos de la Tierra, el ETC Group, la Marcha Mundial de las Mujeres, la Articulación de los Movimientos Sociales hacia el Alba y la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC) advirtieron en una declaración conjunta que “los directores de ambas instituciones internacionales […] hacen un llamado a que las inversiones y el acaparamiento de tierras se generalicen al mundo entero”. Da Silva y Cakrabarti “califican al sector privado como eficiente” y, al mismo tiempo, “señalan al sector campesino y las pocas políticas de protección de la agricultura que aún rigen como un lastre que no permite avanzar en el desarrollo agrícola y que debe ser eliminado”, interpretaron las organizaciones de la sociedad civil. En su artículo, los dos funcionarios habían mencionado el caso de Turquía, un país que “puede hacer mucho más” si afronta “problemas que lo frenan” como los “relativamente altos niveles de protección, la falta de irrigación adecuada, la pequeña dimensión económicamente inapropiada de los predios y el limitado acceso al capital para una producción moderna”: Esa columna, según explicaron las organizaciones, se publicó en las vísperas de una conferencia a la que Da Silva “calificó como la mayor y más importante reunión de empresas y representantes del agronegocio con representantes de instituciones públicas e internacionales, incluida la FAO, y que se llevó a cabo en Turquía el 13 de septiembre”. “Da Silva y Chakrabarti hacen en el artículo una serie de aseveraciones sesgadas y que ocultan la real situación de la agricultura y la alimentación, Presentando a Rusia, Ucrania y Kasakhstan como ejemplos de éxito del agronegocio, el cual les ha permitido pasar de ser ‘las tierras baldías de los 90’ a ‘los principales exportadores de cereales’ de la actualidad, no mencionan en momento alguno que las cifras oficiales muestran que en los tres países la productividad es muchísimo más alta en las tierras en manos campesinas que en aquéllas en manos del agronegocio”, estimaron las organizaciones. Según la evaluación de la sociedad civil, “los pequeños agricultores de Rusia producen más de la mitad del producto agrícola con sólo un cuarto del área agrícola; en Ucrania son la fuente del 55% de la producción agrícola con sólo el 16% de la tierra, mientras en Kazakhstan entregan el 73% de la producción agrícola con apenas la mitad de la tierra. De hecho, son los pequeños productores, y especialmente las mujeres, quienes alimentan a la población de estos países”. “Tampoco mencionan que, cuando existen las cifras oficiales al respecto, como en la Unión Europea, Colombia y Brasil, se muestra una y otra vez que la agricultura campesina es más eficiente y productiva que la empresarial, lo que también ha sido confirmado por diversos estudios en Asia, África y América Latina”, agregaron. “Contrario a lo indicado por el director general de la FAO, quienes tienen la real capacidad de alimentar a la humanidad somos las campesinas y los campesinos del mundo entero”, advirtieron. “El avance del agronegocio sólo ha exacerbado la pobreza, destruido la capacidad de la agricultura de dar trabajo, ha multiplicado la contaminación y la destrucción ambiental, ha traído de vuelta la lacra del trabajo esclavo y ha provocado las crisis alimentarias y climática de las últimas décadas.” “Para los movimientos sociales y las y los campesinos del mundo nos es inaceptable e incluso inexplicable que el director general de la FAO promueva el exterminio de la agricultura campesina y el avance del acaparamiento de tierras. Nos resulta especialmente grave que esto ocurra después de tres años de arduo trabajo en el que las organizaciones pusieron todas sus capacidades y voluntades para la construcción de directrices voluntarias que protejan contra los acaparamientos de las tierras”, agregaron. Los grupos recordaron que “Da Silva expresó reiteradamente ante las organizaciones campesinas, durante su campaña” por la designación como director general de la agencia, “su compromiso de promover y validar la importancia de la agricultura campesina y su necesaria participación en la producción alimentaria”. “Nos asombra el lenguaje ofensivo” utilizado por Da Silva y Chakrabarti en su artículo, agregaron, y mencionaron en ese sentido sus llamados a “fertilizar las tierras con dinero” y a “hacerle la vida más fácil a los hambrientos del mundo”, que ponen “en duda la capacidad FAO para hacer su trabajo con la necesaria rigurosidad e independencia frente a las grandes empresas del agronegocio y así cumplir el mandato de Naciones Unidas de erradicar el hambre y mejorar las condiciones de vida de los pueblos del campo”, acusaron. Al respaldar con su firma la conclusión de que “niveles relativamente altos de protección, falta de riego, fincas pequeñas y antieconómicas” frenan la producción agrícola, Da Silva revela una “subordinación de la FAO a los mecanismos económicos y a los intereses voraces de los inversionistas” que “sin duda que pone en jaque el trabajo de acercamiento entre las organizaciones campesinas” y la agencia de la ONU procesado en los últimos años. Las organizaciones preguntaron, sobre la base de esa visión, “a dónde irán las familias campesinas si este programa de conversión a una agricultura centrada en megafincas industriales se lleva a cabo”. “Las amenazas no surgen sólo del abandono que la FAO hace de su misión. También es grave que el BERD promueva e invierta en el acaparamiento de tierras y la entrega de la agricultura al agronegocio, más aún cuando hoy ha expandido su área de trabajo al norte de Africa”, indica la declaración. “Lo que la agricultura y el planeta necesitan actualmente es justamente lo contrario de los propuesto por los Señores Graziano da Silva y Chakrabarti. Lo que la humanidad y los que padecen hambre necesitan es el sustento de las agro-culturas del campo, que constituyen las formas de vida de la mitad de la humanidad y hacen posible la agricultura campesina. Porque es más eficiente y productiva, porque aún entrega al menos la mitad de la alimentación mundial y gran parte del trabajo en el campo, porque ayuda a enfriar el planeta, la agricultura campesina debe ser fortalecida y protegida”, agregaron las organizaciones. “La producción de alimentos y las formas de vida campesinas e indígenas no pueden ser destruidas para crear una nueva fuente de mega negocios en manos de un grupo ínfimo de personas. Las tierras y territorios deben dejar de ser una mercancía y volver a las manos de los pueblos del campo; necesitamos reformas agrarias profundas, integrales y efectivas, sin acaparamientos de la tierra por inversionistas que solo buscan el lucro. Necesitamos más comunidades y familias campesinas e indígenas desarrollando su agricultura con dignidad y respeto y no agronegocios. Los campesinos y campesinas alimentamos al mundo. El agronegocio se apodera de él”, concluye la declaración. Fuentes |