Grecia: Golosina para los bancos

Protesta del movimiento Syntagma
en Atenas, 19 de febrero.
(Foto: odysseasgr/Flickr/CC)

Las condiciones impuestas en los paquetes de rescate europeos como el aprobado esta semana para Grecia –que incluyen severos recortes del gasto público y la enajenación de propiedades estatales– parecen el reflejo de las ordenadas en las décadas de 1980 y 1990 a los países en desarrollo y que los hundieron en un mayor endeudamiento, advirtió Nick Dearden, director de la Jubilee Debt Campaign. El propósito de esas políticas fue entonces y es ahora, alertó, “desplazar la carga de la crisis del sistema financiero hacia los países” endeudados.

Lo que sigue es la columna de Dearden al respecto, publicada esta semana en el blog político británico Left Foot Forward:

Una cortina de humo para ocultar la madre de todos los rescates bancarios
Por Nick Dearden*

Mientras los ministros de Finanzas de la Eurozona decidían en Bruselas el futuro de Grecia al comenzar la semana, una muy oportuna conferencia en la Universidad de Londres congregó a destacados economistas latinoamericanos para ver qué puede aprender Europa de su experiencia en deuda y rescates.

La lección central es de urgente importancia para la Unión Europea: las políticas económicas impulsadas en América Latina en la década de 1980 fueron una excelente manera de ayudar a los bancos de Estados Unidos a salir de la crisis, pero resultaron una muy mala manera de resolver la crisis de latinoamericana de endeudamiento, ya que crearon dos décadas de más deuda, pobreza y desigualdad.

Por supuesto, de eso se trataba: de desplazar la carga de la crisis del sistema financiero hacia los países en desarrollo.

El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial prestaron en los años 80 a decenas de países que de otro modo hubieran dejado de pagar, con el fin de mantener el flujo de pagos de la deuda hacia los bancos de los países ricos, los mismos que habían creado la crisis con sus propias estrategias de créditos irresponsables.

Luego, a los países que oficialmente recibieron los fondos, aunque no se beneficiaron en absoluto de tales "rescates", se les impuso políticas de ajuste estructural que resultaron en industrias privatizadas, finanzas liberadas del control gubernamental y mercados abiertos a la competencia de empresas subsidiadas de los Estados Unidos y Europa. La pobreza creció, aumentó la desigualdad y el mercado financiero fue proclamado rey.

La misma lógica se encuentra apenas oculta detrás del “rescate” de Grecia recién acordado por los ministros de finanzas de la Eurozona. No hay ni siquiera un intento de simular que el pueblo griego se beneficiará de estos fondos.

Se reconoce que con las medidas de austeridad adicionales que Grecia tiene que poner en práctica para recibir estos fondos y que los sindicatos griegos han calificado de “bárbaras”, el país sufrirá más estancamiento y desempleo, lo que a su vez hará aun más difícil pagar la deuda. En 2020 las deudas de Grecia todavía representarán un insostenible 120 por ciento del producto interno bruto del país... y eso si las cosas van muy, muy bien.

El recorte de las pensiones por otro 13 por ciento y la reducción del salario mínimo en un 22 por ciento, más gran reducción en el gasto gubernamental con la concomitante pérdida de puestos de trabajo del sector público, sólo pueden hacer que la depresión se vuelva más larga y profunda. Incluso las agencias de calificación de riesgo han reconocido la inutilidad de obligar a los países a un estancamiento permanente.

Entonces, ¿para qué tal "rescate"? Para mantener el flujo de dinero hacia el sistema financiero europeo. Se le impuso a Grecia la creación de una cuenta bloqueada para que el dinero recaudado se destine a satisfacer los intereses y el principal de su deuda, antes de poder tocar un solo euro para pagar las facturas, los sueldos de los maestros y las pensiones. Eso quiere decir que el dinero prestado por las instituciones europeas, que es dinero de los contribuyentes, proveniente en última instancia de los impuestos, va a fluir directamente a las arcas de los bancos europeos. No es un rescate de Grecia. Es un rescate de bancos de escala gigantesca.

Pero la buena noticia para los bancos no termina ahí. Al obligar a Grecia a acelerar su programa de privatizaciones hasta que obtenga 50 mil millones de euros, todo está siendo vendido a precio de remate: desde los aeropuertos, puertos y autopistas hasta los sistemas de agua y alcantarillado. Los compradores son los bancos de los mismos países que imponen estas políticas.

Estos “rescates”, los recortes del gasto público, el ataque a la propiedad estatal... todo ya sucedió en los países en desarrollo en las década del 1980 y el 90. El resultado fueron dos décadas perdidas.

Hasta ese momento, rara vez sucedía que un país retrocediera en términos de sus niveles de ingreso, pero durante la última década del siglo XX, 54 países redujeron sus ingresos por habitante y la proporción de pobladores en pobreza extrema aumentó en 100 millones. No a causa de ninguna guerra o desastre natural sino por la deuda y el ajuste estructural.

El bienestar humano fue sacrificado a los dictados del sistema financiero. Las crecientes tasas de homicidio, suicidio e incidencia de VIH en la Grecia de hoy pintan un panorama similar.

Y, sin embargo, hay alternativas. Después de la Segunda Guerra Mundial,  Alemania se benefició de una cancelación masiva de deudas y sus pagos por la deuda restante se vincularon explícitamente al crecimiento del país. No hay una respuesta libre de dolor a una crisis de la deuda, pero cuando los gobiernos hicieron frente a la prepotencia de sus acreedores declarando moratoria, iniciando una auditoría de sus deudas o insistiendo en definir sus propios términos para el pago (tal como hicieron Argentina, Ecuador o Islandia) les ha ido notoriamente mejor.

No se trata sólo de retomar el crecimiento económico, sino también de recuperar la soberanía. El ministro alemán de finanzas llegó a proponer el envío de un “comisario” europeo para supervisar los gastos de cada ministerio griego. Convertida ya en un protectorado de hecho, Grecia ve amenazada su democracia como conclusión lógica de una política que ve a la gente como un simple obstáculo a la recaudación de sus bancos.

*Director de Jubilee Debt Campaign

Fuente
Left Foot Forward: http://bit.ly/zpfjXY