Malasia

Un panorama sombrío

Chee Yoke Heong
Red del Tercer Mundo

Malasia, cuyo crecimiento económico depende en gran medida de sus exportaciones y que importa la mayor parte de sus alimentos, deberá prepararse para años de dificultades económicas. Existe una fuerte caída en la producción industrial, el desempleo está por las nubes y los analistas advierten que la recesión venidera podría ser peor que la de 1997. El Gobierno recibió críticas por actuar demasiado tarde y por dedicarse a rescatar a las empresas. Las organizaciones de la sociedad civil realizan protestas y foros públicos para concientizar al público acerca de las repercusiones negativas de estas crisis, especialmente con respecto a los sectores vulnerables de la sociedad.

Como muchos países, Malasia no se vio librada de las consecuencias de las crisis de índole financiera, económica, energética y alimentaria que arreciaron en la mayor parte del mundo durante 2008 y que continúan haciéndolo en la actualidad. Estos hechos, sumados a los drásticos cambios en el paisaje político malayo tras los inesperados resultados de las elecciones nacionales de marzo de 2008, dominaron la atención de todos los malayos mientras lidiaban con sus efectos. Con un nuevo Primer Ministro en el cargo y el país ingresando en un período de incertidumbres económicas, muchos malayos sopesan cuidadosamente el futuro.

En el camino de la desaceleración económica

Durante gran parte del año, Malasia vivió en denegación respecto a que el país pudiera salir perjudicado por la turbulencia financiera y económica que sacudía a gran parte del mundo, aún cuando país tras país, incluyendo al vecino Singapur, declaraban que la recesión había golpeado sus puertas. Las autoridades malayas sostenían que los cimientos del país eran fuertes y que, por lo tanto, no había necesidad de tomar medidas. Esto pudo haber sido verdad en las primeras etapas de la crisis financiera, que comenzó en Estados Unidos y Europa en 2007 y se agravó durante el primer semestre de 2008, entonces con escasas consecuencias para Malasia. Pero cuando la crisis financiera comenzó a afectar la economía real de la producción e ingresos de los países occidentales en la segunda mitad de 2008, las repercusiones se trasmitieron en forma creciente a Malasia hacia fines de ese año. Esta situación hizo que muchos consideraran que el paquete de estímulo económico de USD 2.000 millones que el Gobierno anunció en noviembre, y que en gran medida no se ha gastado aún, fuera una respuesta insuficiente y tardía. (De los USD 1.800 millones que se canalizaron, sólo se implementaron proyectos por valor de USD 400 millones).

Las estadísticas oficiales indican que las condiciones recesionarias que afectaron a los países occidentales golpearon seriamente a países como Malasia en los últimos meses de 2008. El descenso en indicadores claves tuvo una magnitud sorprendente, demostrando que la economía malaya comenzó a estancarse, y luego a declinar, en los últimos tres o cuatro meses de 2008 y los primeros meses de 2009. La economía se contrajo 6,2% frente al año anterior en el primer trimestre, más rápido de lo previsto, lo que llevó al Gobierno a recortar severamente sus proyecciones a una contracción del entorno del 4% a 5% para este año.

No hay dudas de que la causa de la desaceleración ha sido la crisis mundial, ya que Malasia es una de las economías más abiertas de Asia en cuanto al comercio, con las exportaciones representando más del 90% del PIB en 2007, en comparación con el 14% de India, el 16% de Japón, el 36% de China y alrededor del 60% de Tailandia y Taiwán. Solo Singapur (con 186%) y Hong Kong (166%) superan la relación entre exportaciones y PIB de Malasia.

El precio a pagar por la contracción económica de sus principales socios comerciales se puede apreciar en la drástica caída de la demanda externa. Si bien las exportaciones de Malasia están bien diversificadas, con numerosas materias primas y productos industrializados, el problema es que casi todos los artículos de exportación se ven simultáneamente afectados. Las exportaciones brutas descendieron un 18% en el último trimestre de 2008 respecto al trimestre anterior. La reducción más inquietante se produjo en las exportaciones industriales, especialmente de productos electrónicos, maquinaria y aparatos eléctricos, que representan el grueso de las exportaciones industriales o alrededor del 35% a 40% del total de las exportaciones. Las materias primas, que experimentaron bonanza a comienzos de año antes de que reventara la burbuja de los precios, tampoco se libraron, ya que las exportaciones de petróleo, aceite de palma y caucho cayeron en el mismo período. De este modo, los motores de crecimiento de las exportaciones están detenidos o en marcha atrás. Otra señal problemática es la constante y fuerte caída de la producción industrial desde julio de 2008; los últimos datos disponibles revelan que en enero de 2009 la producción descendió 20% en comparación con un año antes.

Desempleo

La desaceleración del comercio internacional augura un panorama laboral cada vez más difícil. Se prevé que la tasa de desempleo de Malasia alcance 4,5% en 2009, comparada con 3,8% en 2008. Ese año se perdieron aproximadamente 33.000 empleos, en su mayoría durante los últimos meses del año, a medida que la crisis internacional se agravaba con la entrada en recesión de los mercados claves de Asia. De los casi 26.000 empleos que se perdieron desde octubre de 2008, 85% pertenecían al sector industrial, y las industrias electrónica y eléctrica se vieron particularmente perjudicadas. Las exportaciones de este sector cayeron 34% en enero de 2009 respecto al último año. La proyección más severa pertenece a la Federación de Empresarios de Malasia, que proyecta un pico de 200.000 empleos perdidos, superando por lejos los 85.000 empleos que se perdieron durante la crisis financiera de 1997 y 1998.

Esta tendencia negativa no escapa a la interpretación de analistas como el banco suizo de inversiones Credit Suisse, que manifestó que los riesgos de retracción de Malasia son “los más altos de Asia, luego de Hong Kong y Singapur, especialmente debido a la fuerte caída de los precios de las materias primas”. Estos hechos llevaron a algunos a sugerir que es imperioso para el país reevaluar sus políticas industriales y orientadas a las exportaciones, sino la totalidad de su configuración económica. Existe una fuerte sensación de que el país debe reducir seriamente su dependencia de las exportaciones y preparar al mercado interno para el crecimiento.

Reconociendo la gravedad de la crisis, el Gobierno anunció en marzo de 2009 un segundo y mayor paquete de estímulo a distribuirse en los próximos dos años, en un esfuerzo por detener la desaceleración e impedir que el país entrara en una recesión grave que, de no ser abordada, tendrá serias repercusiones sobre la estabilidad social y política. El plan de USD 17.000 millones asignará dinero para inyección fiscal, fondos de garantía y demás instrumentos de ayuda para la industria, inversiones en activos e incentivos fiscales. Los cuatro objetivos principales del paquete son la protección y la creación de empleos, la reducción de la carga de la crisis para la población, la asistencia al sector privado y la capacitación para el futuro.

Con el aumento de la pérdida de empleos y la expectativa de más despidos, el Gobierno comenzó a revisar su política con respecto a los trabajadores extranjeros que han sido una fuente imprescindible para muchos sectores. Preocupado por el alto índice de recortes, anunció que las empresas que deseen reducir su mano de obra deberán despedir primero a los trabajadores extranjeros antes que a los malayos.
Se calcula que Malasia — uno de los mayores importadores de mano de obra en Asia — tiene dos millones de trabajadores extranjeros (predominantemente de la vecina Indonesia – 66% – seguida por Nepal e India), que son el sostén principal de las plantaciones y el sector manufacturero. Pero ahora que el desempleo va en aumento el Gobierno prohibió la contratación de trabajadores extranjeros en los sectores de productos y servicios. Los permisos de trabajo habrían sido restringidos en más del 70% este año. El Gobierno también aprobó una propuesta para duplicar el gravamen sobre los trabajadores extranjeros que se impone a las empresas para desalentar su contratación.
No obstante, activistas temen que las empresas traspasen el aumento de estos costos a sus trabajadores extranjeros, perjudicándolos adicionalmente ya que de por sí se encuentran agobiados por las cuantiosas tarifas de los agentes laborales. En su lugar, se propuso la imposición de salarios mínimos para reducir la contratación de trabajadores extranjeros ya que las empresas tienden a recurrir a éstos debido a que son más baratos de contratar que los malayos. Como consecuencia, sus salarios suelen estar por debajo de la línea de pobreza.

El paquete de estímulo y su incierto resultado

El mini-presupuesto del Gobierno se compromete a tomar varias medidas de mediano y largo plazo, pero algunos observadores indicaron que existe una falta de iniciativas para abordar la necesidad inmediata y urgente de detener la caída de la economía, estimular la demanda e incrementar los negocios, factores considerados críticos en todo “presupuesto de estímulo” originado en una crisis. En cambio, recibió críticas por concentrarse en lo que al parecer es el rescate de compañías, dado que casi la mitad del dinero se destinará a la asistencia del sector privado y sólo el 17% a la ayuda de la población, que en su mayoría padece el alto costo de vida. También existe la preocupación de que durante la crisis económica se han soslayado las necesidades específicas de las mujeres, con la excepción de las madres solteras, ya que sólo 1,4% se destinó a los menos afortunados.
El éxito del paquete de estímulo dependerá de la ejecución, instrumentación y transparencia en el desembolso de sus fondos. Esto determinará si el efecto de goteo y multiplicador del paquete abarca a una porción grande de la población y no beneficie sólo a las empresas e individuos bien relacionados, como solía suceder antes.

En respuesta a los pedidos de transparencia y rendición de cuentas, el Gobierno anunció que inaugurará un sitio web especial para supervisar el gasto de los fondos de los dos paquetes de estímulo económico. El sitio web brindará información al público sobre las partidas asignadas y el monto gastado, los programas y proyectos que se implementaron y su avance. Este tipo de iniciativas es relativamente nuevo y es un reflejo de la necesidad de dar respuesta a la creciente presión por una mayor rendición de cuentas pública en un gobierno que suele ser caracterizado por la corrupción y el clientelismo político. Pero como ocurre con todas las políticas públicas, su implementación sigue sin concretarse.

Un escenario incierto

A pesar del sombrío panorama, los economistas a menudo señalan las sólidas bases económicas de Malasia y su experiencia tras la crisis financiera asiática de 1997, que creen le permitirá superar la crisis en curso. Pero la naturaleza de la crisis internacional actual sigue en pleno desarrollo y nadie sabe realmente cuál será la profundidad y la duración de la misma. Mientras el sector bancario, de momento, se muestra resiliente, eventualmente se verá afectado a medida que las empresas presenten dificultades para amortizar sus préstamos. Y aunque los préstamos incobrables puedan ser manejados por ahora, esto puede no ser así en el futuro ya que algunos analistas advierten que la recesión venidera podría ser peor que la resultante de la crisis asiática de 1997.

Existe temor por los problemas sociales que pueda causar el desempleo, incluyendo un índice de delincuencia más alto de la mano del deterioro de los valores de la pobreza y una mayor desigualdad del ingreso a medida que muchos trabajadores de bajos y medianos ingresos pierdan sus empleos en las industrias manufactureras. Con la experiencia de la recesión que tuvo lugar de mediados a fines de los años 1980 aún en mente, se presentó una propuesta para un plan de seguridad social integral. Cada vez se hacen oír más voces pidiendo un fondo nacional contra despidos que proteja a los trabajadores ante la posible pérdida de empleos. El gobierno declaró que lo está considerando.

Crisis e inseguridad alimentaria 

Mientras los altos precios de las materias primas beneficiaron a algunos, los altos precios de los alimentos fueron un flagelo para la mayoría de los malayos que ya luchaban contra el elevado costo de los alimentos y otras necesidades básicas provocados por el fuerte incremento en 2008 del precio del petróleo. La inflación bajó en los últimos meses cuando reventó la burbuja de los productos agrícolas y el precio del petróleo descendió de su pico, pero los precios de los alimentos siguen siendo altos y el índice de precios al consumo muestra un fuerte aumento del 9,2% en febrero de 2009 en los alimentos. Se produjeron incrementos significativos en el arroz, el pan y otros cereales cuyos índices se dispararon en un enorme 18%. El precio del petróleo, si bien se redujo varias veces en los últimos meses de 2008 acorde con la caída de los precios internacionales del petróleo, siguió siendo superior a los niveles anteriores a la crisis.
Gran parte del incremento en los precios de los alimentos también se debe a que Malasia es un fuerte importador en ese rubro y por lo tanto es vulnerable a la subida de precios y a la especulación. El rápido desarrollo de las últimas décadas desplazó el objetivo de la planificación económica hacia la industrialización y la agricultura industrial a costa de la producción de alimentos, ya que resultó más barato comprárselos a otros países. Además del arroz, Malasia también importa vegetales, frutas, carne y otros granos.

En la actualidad, Malasia es aproximadamente 60% autosuficiente en cuanto al arroz y el Gobierno prevé inyectar unos USD 2.000 millones para aumentar su producción y alcanzar una vez más el nivel de autosuficiencia del 90%. La Política de Seguridad Alimentaria fue presentada en abril de 2008, y se han pagado subsidios e incentivos para reforzar la producción arrocera en todo el país. Simultáneamente, la campaña Bumi Hijau (Tierra verde), iniciativa similar a una de la década de 1970, busca alentar en los malayos el cultivo de vegetales y otros comestibles verdes, además de la crianza de pollos y peces para consumo propio.

A pesar de estas iniciativas, es necesaria una planificación a largo plazo más eficaz para lograr la recuperación económica. El Gobierno debe considerar seriamente los distintos aspectos del problema, incluyendo el uso más eficiente de la tierra, la mano de obra y la tecnología, que pueda obstaculizar el alcance de los objetivos proyectados.

La respuesta de la sociedad civil

Distintas organizaciones y ONG de la sociedad civil realizaron una serie de protestas y actividades, incluso foros públicos, para concientizar al público sobre las consecuencias negativas de estas crisis, especialmente en los grupos más vulnerables.

La Red de los Pueblos Oprimidos (JERIT; el acrónimo en malayo significa “grito”), una coalición de grupos de la sociedad civil, ha estado especialmente activa. El grupo celebró una protesta contra la suba del precio del petróleo en enero de 2008 y terminó el año con la campaña ciclista “El pueblo: la fuerza del cambio”, para expresar su preocupación por los derechos y los padecimientos de la clase trabajadora ante la desaceleración de la economía.

La campaña consistió en grupos de ciclistas que partieron desde tres sitios centrales de las costas norte, sur y este de Malasia peninsular, y pedalearon simultáneamente hacia el Parlamento en Kuala Lumpur, la capital, para presentar ante el gobierno y el partido opositor un memorándum con sus inquietudes y reclamos.

Sus principales reclamos son la adopción del salario mínimo, vivienda digna, control de precios para los productos básicos, y el fin de la privatización de los servicios básicos. También vincularon estas demandas a derechos civiles y políticos más amplios, incluyendo la reinstauración de la elección de gobiernos locales y la revocación de la Ley de Seguridad Interna, que permite la detención indefinida sin juicio.

Por el camino, entregaron folletos al público y presentaron el memorándum ante el jefe de ministros de los diversos estados (Malasia tiene un sistema federal de gobierno). A pesar de los muchos obstáculos interpuestos por la policía, incluyendo arrestos, lograron llegar a destino. Y durante esas dos semanas de diciembre de 2008, la campaña recibió mucha publicidad y respaldo público a lo largo de su recorrido.