Derechos reconocidos, cambios pendientes

The Bahraini Human Rights Society (BHRS)

Los avances en el reconocimiento de los derechos de las mujeres aún no van acompañados de cambios sociales significativos como por ejemplo la participación femenina en procesos electorales o cargos jerárquicos. Por otra parte, el gobierno no ha tomado medidas contra la inequidad en la distribución del ingreso aunque la pobreza crece y el desempleo, que afecta más a las mujeres, podría alcanzar 35% en 2015.

A principios de 2005, el Consejo Supremo de la Mujer (CSM) de Bahrein publicó el Informe del Reino de Bahrein sobre el seguimiento de la Plataforma de Acción de Beijing. El informe fue publicado cuando el CSM lanzó la Estrategia para el Avance y la Integración de las Mujeres de Bahrein. Sin embargo, ningún ministerio u organismo gubernamental realizó un informe sobre la instrumentación de la Cumbre de Copenhague o los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Desde el Proyecto de Reforma de 2001 existe un clima más propicio para la evaluación de las políticas públicas. En un marco razonable de libertad de expresión y asociación, transparencia relativa de la información oficial y cooperación entre el gobierno y las organizaciones no gubernamentales (ONG), ahora es posible evaluar adecuadamente el desempeño del gobierno.

Aparte del Proyecto de Reforma, ningún organismo oficial u ONG organizó evento alguno para revisar el desempeño de Bahrein con respecto a la aplicación de los programas de acción y las resoluciones de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995) y de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social (Copenhague, 1995). No obstante, organizaciones de la sociedad civil (OSC) organizarán algunos eventos en torno al tercer Informe de Desarrollo Humano Árabe (TIDHA)[1] ya que la publicación recibió una importante cobertura de los medios de comunicación.

La atención puesta en el TIDHA demostraría la obsesión árabe por la política y en particular por los problemas económicos y sociales. Pero por contradictorio que pueda parecer, la preocupación por el desarrollo, la pobreza, la marginación y los asuntos de la mujer no recibe un tratamiento serio en el contexto de la política socioeconómica. Tampoco existen estadísticas o indicadores creíbles u oficiales sobre las líneas de pobreza, los grupos demográficos según el ingreso o las necesidades básicas insatisfechas por habitante.

Esto podría explicar por qué es tan difícil medir las conquistas de Bahrein con respecto a los programas de acción de Copenhague y Beijing. En este análisis compilaremos información tomada de distintas fuentes, incluidos el gobierno, centros de investigación, académicos y ONG. Además de las mediciones empíricas, también recurrimos a informes periodísticos.

Examinaremos de manera simultánea indicadores seleccionados para Beijing y Copenhague. El oficial Informe del Reino de Bahrein sobre el seguimiento de la Plataforma de Acción de Beijing comprende tanto las realizaciones como los obstáculos para la instrumentación de la Plataforma de Acción de Beijing. Examinaremos el informe y otras fuentes gubernamentales utilizando una metodología objetiva y crítica. Asimismo, nos referiremos a algunos documentos oficiales y trabajos de investigación no solo relevantes para Beijing, sino también para Copenhague.

Pobreza y la pobreza de las mujeres

El informe explica las políticas oficiales de seguridad social que abordan la reducción de la pobreza y la mejora del nivel de vida, incluso las políticas diseñadas para las mujeres. Según el Índice de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Bahrein figuraba en el lugar número 40 en el mundo en 2003, y en 2002 experimentó un incremento del producto bruto interno (PBI) per cápita (en USD PPA) de USD 16.060 en 2001 a USD 17.170.[2]

Entre tanto, un estudio de 2002 del Centro de Estudios Nacionales[3] fijó la línea de pobreza en BHD 337 por mes (USD 894), cuando 53% de los bahreiníes que trabajan en el sector privado gana menos de BHD 200 por mes (USD 530). Según el estudio, la familia promedio está integrada por seis personas y 16% de la población vive por debajo de la línea de pobreza.

La gran diferencia entre el PBI per cápita oficial y el PBI per cápita real se debe a las desigualdades entre los ingresos del reducido grupo de personas ricas y la gran cantidad de pobres, la ausencia de un sistema de seguridad social integral (incluido el seguro contra el desempleo), la renuncia del Estado a su responsabilidad de proporcionar servicios básicos como la vivienda, y la insuficiente política de alivio de la pobreza.

Programas públicos

A partir de la década de los 80 se aplicaron en Bahrein planes del PNUD para encarar la pobreza y fomentar proyectos de pequeña escala. Políticas dirigidas a la educación y la capacitación, la salud, la seguridad social, el desempleo, la marginación y la familia ayudaron a compensar la pobreza y a dinamizar la labor productiva, en lugar de la caridad. El sector de la sociedad civil (sociedades de mujeres, fondos de beneficencia y otros) también colaboró con el gobierno y el PNUD en programas como Microstart[4] y de producción artesanal.

El estatal Banco de Desarrollo de Bahrein y el proyecto de la Organización de Desarrollo Industrial Bahrein-Naciones Unidas dirigido a empresarios ayudó a inaugurar varias pequeñas empresas industriales. El Ministerio de Trabajo creó el Instituto de Capacitación Vocacional y financió proyectos de capacitación en áreas como los servicios hospitalarios y el sector de la belleza.

El Plan Mackenzie[5] de reforma del mercado de trabajo propuso un impuesto gradual sobre el empleo de los trabajadores extranjeros para que resulte más atractivo dar trabajo a los ciudadanos bahreiníes. También propuso un fondo para capacitar a los ciudadanos y apoyar a los desempleados.

Para atender el creciente número de familias pobres y mejorar la escasa asistencia recibida, el gobierno aumentó los fondos destinados a las familias con ingresos mensuales inferiores a BHD 150 (USD 400) de BHD 6 millones (USD 16 millones) en 2003 a BHD 20 millones (USD 53 millones) en 2005.[6]

Más pobreza y más concentración de la riqueza

No obstante, el número y el porcentaje de personas pobres han aumentado. El número de desempleados, especialmente de las mujeres, es alarmante y se estima que aumentará desde su nivel actual de 16% a 35% en 2015, a menos que se adopte un cambio de política.[7]

Su Alteza el Príncipe Heredero Jeque Salman bin Hamad Alkhalifa elevó la voz de alarma en un discurso del 22 de septiembre de 2004, en un seminario sobre Reforma del Mercado de Trabajo, al decir “me preocupa que la bonanza económica que nuestro país vivirá en los próximos años dejará de lado al bahreiní común y corriente”. En este seminario se presentó un informe de Mackenzie sobre el mercado de trabajo actual y el futuro[8] donde se advierte que la pobreza actual, los empleos inadecuados y el desempleo juvenil se agravarán si no se inician reformas profundas y contundentes.

El plan fijó la necesidad de una reforma más extensa de la economía y del sistema educativo. Esto se considera más difícil que la reforma del mercado de trabajo. Aunque la aplicación del Plan Mackenzie pueda reducir el desempleo y, por tanto, reducir en parte la pobreza, persisten las dudas de que pueda erradicar totalmente la pobreza. Eso es porque la economía bahreiní se caracteriza por factores contrastantes. Está dominada por el Estado porque las élites empresarial y gubernamental son inseparables entre sí y muchas de las principales empresas pertenecen a determinadas familias. En consecuencia, la política pública básica favorece a las empresas antes que al bienestar de la población en general. Y ante la ausencia de impuestos sobre la renta personal y empresarial, la redistribución del producto nacional bruto para garantizar la justicia social no parece probable. Mientras tanto, cada vez más empresas medianas son expulsadas del mercado por las grandes empresas.

En 2002 se inició un programa de privatizaciones de las empresas públicas, como el transporte y el saneamiento y el puerto de Mina Salman. Otros servicios y empresas públicas serán privatizados y se abrirán más actividades económicas a la competencia extranjera, en concordancia con las normas de la Organización Mundial de Comercio. Eso agravará los problemas de desempleo, al menos en el corto plazo.

La integración de la mujer

Reservas a Beijing y Copenhague

El empoderamiento de la mujer y su integración a distintos aspectos de la sociedad, como la política, la economía, el Estado, los deportes, la educación, la cultura y la sociedad civil son objetivos integrales de los programas de acción de Beijing y Copenhague.

El gobierno mantiene reservas sobre ambos. La implementación de dichos programas de acción adquirió gran ímpetu tras la iniciación del documento básico del Proyecto de Reforma (la Carta Nacional de Acción), que estipula la igualdad de derechos políticos de todos los ciudadanos (hombres y mujeres) y elimina la ambigüedad de la Constitución de 1973 que se había utilizado como pretexto para negar a las mujeres sus derechos políticos. La Constitución de Bahrein de 2002 declara la igualdad de mujeres y hombres. Las normas de las elecciones municipales y parlamentarias estipulan claramente la igualdad de derechos ante el sufragio y las candidaturas.

Enmiendas para la igualdad

La creación del Consejo Supremo de la Mujer, dirigido por Su Alteza Sabika Alkhalifam, esposa de Su Majestad, tuvo un papel fundamental en el avance y el empoderamiento de la mujer en campos como la participación política y empresarial. El Consejo actúa como vigilante de la igualdad de oportunidades y los derechos de la mujer, al evaluar el desempeño de los distintos ministerios y organismos gubernamentales. A raíz de su labor se modificaron leyes sobre vivienda pública y reglamentos sobre servicios públicos para que las mujeres gozaran de los mismos derechos que los hombres. El Consejo Supremo de la Mujer es la fuerza impulsora detrás de la legislación del Código de Familia, que enfrenta una fuerte oposición religiosa.

Oportunidades limitadas

La incorporación de la mujer al mercado laboral aumentó constantemente en el sector público (donde las mujeres representan 43% del total) y el sector privado (donde tenían 26% de participación en 2004).[9] No obstante, hay que tener en cuenta que los trabajadores extranjeros representan 68% del total de la mano de obra y las mujeres solo representan 15%. Asimismo, ellas reciben en promedio una remuneración menor a la de los hombres, tanto en el sector público como en el privado. Las mujeres están sub-representadas en los cargos directivos de las empresas privadas y los negocios propiedad de familias, y ocupan pocos cargos ejecutivos o jerárquicos. Se les niega la oportunidad de ser juezas, y pocas trabajan en los sectores judicial, de la fiscalía, la defensa, la seguridad y las relaciones exteriores.

A pesar de la confirmación de los derechos políticos de la mujer, ninguna accedió por votación a los consejos municipales o a la Cámara de Representantes, y solo seis de los 40 miembros (designados) del Consejo Alshura son mujeres. Esto refleja los prejuicios masculinos de la sociedad, que se hacen eco de la política religiosa de larga data que margina a las mujeres. En 2005 fueron designadas dos mujeres a cargos ministeriales: la Dra. Fatama Albolishi, al Ministerio de Asuntos Sociales, y la Dra. Nada Hafad, al Ministerio de Salud. Entre tanto, la única mujer embajadora, Hya Alkhalifa, renunció a su cargo.

En el ambiente político-partidario más mujeres son elegidas para liderar organizaciones políticas. Lo mismo sucede con OSC tales como los sindicatos, las asociaciones profesionales y demás sociedades públicas, especialmente las organizaciones juveniles.

No hubo muchos avances con respecto a la legislación contra la discriminación, la represión, o a favor del empoderamiento de la mujer o su integración. Algunos legisladores propusieron una ley especial contra la discriminación que incluía la discriminación contra la mujer en su definición, pero la iniciativa fracasó. La ley del Código de Familia está estancada en el comité legislativo del Parlamento debido a las amenazas de la institución religiosa. El Parlamento también tiene pendiente una iniciativa sobre la violencia contra las mujeres.[10]

Amnistía Internacional eligió a Bahrein para lanzar y coordinar su campaña de combate a la violencia contra las mujeres en los países de la península arábiga (Kuwait, Arabia Saudita, Bahrein, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Omán y Yemen).[11] Se formó una coalición de OSC para poner en práctica el plan de acción. La Comisión Económica y Social para Asia Occidental decidió realizar una conferencia en Kuwait en junio de 2006 sobre la violencia contra las mujeres en la región.

En general existe un conocimiento popular sobre los derechos de la mujer (especialmente entre las mujeres) y el empeño de garantizar esos derechos. La política social consiente los derechos de la mujer, pero existen muchos obstáculos que deberán superarse para erradicar la discriminación y lograr la integración plena de la mujer.

Notas:

[1] El presente es el tercer informe de una serie de cuatro redactada por un grupo independiente de académicos árabes con el auspicio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Fondo Árabe para las Organizaciones de Desarrollo Económico y Social.
[2] PNUD, Informe de Desarrollo Humano 2004, 2004.
[3] Hameed Gafar, “Workforce and standard of living in Bahrain”. Centro de Estudios Nacionales, Manama, Bahrein, 2005.
[4] Proyecto MicroStart para el desarrollo de los sectores microfinancieros de Bahrein, www.undp.org.bh/undp/default.asp?nc=7055&id=60
[5] Consejo de Desarrollo Económico. “Reforming the Labour Market”. Manama, Bahrein, septiembre de 2004.
[6] Actas de las sesiones del Parlamento, declaración del ministro de Asuntos Sociales, abril de 2005.
[7] Consejo de Desarrollo Económico, op cit.
[8]Ibid.
[9] Oficina Nacional de Información, Estadísticas Nacionales, Reino de Bahrein, 2005.
[10] Parlamento. “Registro Anual, Manama, Reino de Bahrein”. 2004.
[11] Amnistía Internacional, “Our Destiny in Our Hands”, Londres, 2004.


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