El legado del colonialismo
La constante decadencia de los sectores de la alimentación, educación, salud, vivienda, infraestructura en comunicación y seguridad tiene sus raíces en el control oligárquico sobre el Estado, la división internacional del trabajo heredada de la época colonial y el peso de conflictos étnicos chauvinistas.          
           La economía del país ha sido mal administrada por una oligarquía          cuyo interés radica solamente en controlar los instrumentos del          Estado, con las consiguientes ineficacias en la distribución de los          recursos.
           La división internacional del trabajo legada a Kenya por la economía          política colonial no sólo ha permanecido intacta, sino que se reforzó          por la clase media emergente en la época poscolonial. La consecuencia          es un país que sigue produciendo y exportando materias primas e          importa productos manufacturados y procesados. En otras palabras,          Kenya, como los demás países africanos, produce lo que no consume y          consume lo que no produce.
           En la organización política y social predominan las tendencias étnicas          chauvinistas. Esto tuvo un efecto asimétrico en la distribución de          los recursos públicos, provocando vergonzosos desequilibrios geográficos          que ocultan desigualdades estructurales y derivadas del género.
           El gobierno combate la pobreza por dos vías. Una es el Plan Nacional          de Erradicación de la Pobreza, iniciado en 1999. La otra son los          Instrumentos Estratégicos de Reducción de la Pobreza, impulsados por          las instituciones Bretton Woods. A pesar de estos programas, las          desigualdades entre las regiones, los grupos étnicos, los géneros,          las razas y los grupos sociales siguen existiendo.
           Acceso desigual a la infraestructura física
           Los caminos, el transporte ferroviario, las telecomunicaciones y la          energía son considerados algunos de los catalizadores más          importantes del desarrollo social de la población. Un país con altos          niveles de desigualdad social o necesidad desarrolla su          infraestructura física de manera igualmente sesgada. No es accidente,          por lo tanto, que la distribución de los caminos, teléfonos, energía          eléctrica y otros elementos de infraestructura física no se basen en          la distribución de la población o la demanda, sino en la concentración          de la clase media con sus anacrónicas necesidades de desarrollo          social y según sus orígenes étnicos.
           Kenya tiene 63.307 kilómetros de caminos y carreteras, de los cuales          sólo 8.937 están asfaltados. Los caminos de grava constituyen unos          26.524,7 kilómetros y el resto son caminos de tierra. La distribución          de esta red vial refleja la insensibilidad existente hacia las          diferencias geográficas dentro del país. Por ejemplo, sólo el          Distrito de Kiambu (en la Provincia Central), con una población de          742 mil habitantes, cuenta con 1.167,4 kilómetros de caminos, de los          cuales 513 kilómetros están asfaltados y 355,2 son de grava. Esto en          comparación con la Provincia del Nordeste, con unas 10 veces la          superficie terrestre de Kiambu y una población de 1.015.000          habitantes, con apenas 147 kilómetros de caminos asfaltados. Siete          distritos —Suba, Wajir, Lamu, Samburu, Moyale, Trans Mara, Mt. Elgon          y Marakwet— carecen de caminos asfaltados.
                    GRÁFICO 1:
            Red vial por provincias
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La misma tendencia se observa en la distribución de los servicios telefónicos. El distrito de Thika, en la Provincia Central, por ejemplo, con una población de 647 mil habitantes, tiene un total de 5.443 líneas de teléfono (excluyendo las 154 cabinas telefónicas públicas), mientras toda la Provincia Occidental (con ocho distritos) y una población de 3.354.000 sólo comparte 5.397 líneas telefónicas, excluyendo las 381 cabinas telefónicas públicas. Por cada 1.000 habitantes en Thika, 8,4 tienen acceso a una línea telefónica mientras por el mismo número de personas en la Provincia Occidental, sólo 1,6 tienen acceso a los servicios telefónicos.
          GRÁFICO 2:
            Teledensidad (Líneas telefónicas por 1.000          habitantes)
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Igual preocupación causa la dependencia de la creciente población del uso de leña y carbón como combustible para cocinar. Como muestra el cuadro siguiente, algo debe hacerse para poner fin a esta situación. Los intentos para que el gobierno reduzca los impuestos sobre el queroseno y así ofrecerle a la población pobre un combustible alternativo han sido infructuosos. La vegetación de los pantanos se elimina en forma insustentable, así como la vegetación que cubre la tierra.
          Porcentaje          de población que depende de diversos combustibles de cocina
           en la subregión de África Oriental  
| País | Leña y carbón | Gas y queroseno | Electricidad | 
| Kenya | 85 | 13 | 1 | 
| Tanzania | 96 | 2 | 1 | 
| Uganda | 97 | 2 | 1 | 
| Fuente: Indicadores de Desarrollo Africano, 2000 | |||
                    
           El acceso limitado a la electricidad también está desproporcionado          regionalmente. El Gráfico 3 muestra la conexión energética por          población y provincia.
          GRÁFICO 3:
           Conexión eléctrica provincial por población
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                    La situación seguramente se agravará a medida que la infraestructura          se entrega a las compañías trasnacionales a través de sus          representantes locales en el sector privado (sucursales y          representantes). Las desigualdades se pueden rastrear a la primera          ronda de la globalización, el colonialismo, que asignó a los países          africanos la función de productores de materias primas que eran          importantes para las “metrópolis”. En ese contexto, la          infraestructura se destinó a las zonas que producían esas materias          primas. La actual ronda de globalización reprodujo las desigualdades          dentro y entre los países y se socavó la capacidad productiva de aquéllos          con menor desarrollo. Ha reforzado la lucha por la justicia social, la          equidad de género y el desarrollo sustentable, e incrementó el temor          de que se amplíe la brecha entre fuertes y débiles, ricos y pobres.          Basada en el crecimiento orientado a las exportaciones, con total          indiferencia ante las necesidades internas o la justicia social, la          globalización sigue reproduciendo las mismas desigualdades.
           Se tiene la certeza que enfrentar las causas internas de la          desigualdad es importante, y muchos actores, incluso el sector privado          y las ONG, manifiestan esa necesidad. Dado el tipo de recursos con los          que se cuentan y la falta de tecnología, sin embargo, no se pueden          compartir ni siquiera los beneficios mal distribuidos del desarrollo          desigual en la economía nacional.
           En los últimos años avanzó la influencia del medio externo           sobre la cantidad de recursos disponibles y la forma en que se          utilizan. El discurso oficial habla de la descentralización general.          La realidad indica que, mientras los gobiernos son obligados a          descentralizar a nivel nacional, las decisiones políticas se          centralizan cada vez más, con Washington como el centro. Eso explica,          en gran medida, por qué el Instrumento Estratégico de Reducción de          la Pobreza de Kenya es idéntico al de Bolivia, que a su vez es una réplica          del de Filipinas, lo cual desmiente la lógica del “hecho en casa”          que proclaman las instituciones Bretton Woods para justificar su          imposición sobre las economías nacionales.
           El nivel de desigualdad del ingreso en Kenya es el peor del mundo,          después de Brasil. El gráfico siguiente muestra la situación de la          distribución del ingreso en relación a sus vecinos inmediatos.
          GRÁFICO 4:
           Distribución del ingreso entre el 20% más rico y el          20% más pobre (1986-1996)
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Fuente: Indicadores de Desarrollo Africano 2000
En términos de acceso a derechos básicos como educación, salud y agua, persisten las desigualdades regionales y entre clases sociales. En la educación existe una marcada desigualdad cuando se debe optar entre enviar a un hijo o una hija a la escuela, y existen menos escuelas para las niñas. El gráfico 5 muestra cómo se distribuye la matrícula escolar secundaria. Como los planes de ajuste estructural exigen compartir los costos con los alumnos, cada vez menos familias pueden enviar sus hijos a la escuela. Cuando hay que elegir, el favorecido casi siempre es el hijo varón.
          GRÁFICO 5:
           Matrícula escolar por provincia y género
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