Hacia un sistema financiero centrado en las personas

Author: 
Jana Silverman

Social Watch en la Conferencia de las Naciones Unidas
sobre la Crisis Financiera y Económica Mundial
y sus Efectos sobre el Desarrollo

Por primera vez en el pasado mes de junio, todos los países del mundo participaron en la búsqueda de soluciones globales a la actual crisis mundial, en la conferencia convocada por el Presidente de la 63ª Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas. La sociedad civil en general y Social Watch en particular desempeñaron un papel clave en llamar la atención del público sobre la Conferencia. Hubo resultados positivos, como los avances logrados en la reunión de ECOSOC en Ginebra con respecto a los mecanismos de seguimiento de la Conferencia, pero se necesitan acciones más decisivas a fin de implementar soluciones justas y duraderas al actual colapso económico.

Del 24 al 26 de junio de este año tuvo lugar una histórica conferencia en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, marcando la primera ocasión desde la implosión de los mercados financieros en septiembre de 2008 en que todos los países (independientemente de su importancia geopolítica o el tamaño de su economía) participaron en la búsqueda de una solución global a lo que es realmente una crisis mundial. La sociedad civil en general y Social Watch, en particular, desempeñaron una función esencial al llamar la atención pública sobre la Conferencia y al promover un resultado consensuado que identificara claramente las causas y los impactos de la crisis y proporcionara un marco para la continuación de este proceso dentro del ámbito de las Naciones Unidas. Aunque la Conferencia no logró sentar las bases para transformaciones importantes a corto plazo de la arquitectura financiera mundial, revalidó el papel que el “G-192”, representado por los Estados miembros de la Asamblea General de Naciones Unidas, puede y debe desempeñar en la construcción de un nuevo paradigma económico y financiero que garantice los derechos sociales fundamentales de los pueblos y mitigue los riesgos ambientales que amenazan a nuestro frágil planeta.

Esta Conferencia surgió a raíz de las Cumbres mundiales sobre Financiación para el Desarrollo de Monterrey, México y Doha, Qatar, en 2002 y 2008, respectivamente. También fue el producto de la iniciativa y el liderazgo del Padre Miguel D’Escoto Brockmann, un sacerdote nicaragüense seguidor de la teología de la liberación y diplomático, que ocupa el cargo de presidente de la 63ª Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Armado sólo con el mandato de la Cumbre de Doha y con el apoyo de grupos de la sociedad civil como Social Watch, D’Escoto logró organizar este evento sin precedentes, a pesar del boicot activo de los medios masivos de comunicación y de algunos gobiernos de países desarrollados, que temían que las decisiones que se tomaran en esta Conferencia se enfrentaran a las medidas relativamente débiles tomadas por los excluyentes G-20 y G-8. Además, D’Escoto encargó a un grupo de expertos, liderados por el economista y Premio Nóbel Prof. Joseph Stiglitz, que prepararan un documento con recomendaciones sobre reformas al sistema monetario y financiero internacional, que sirvió como insumo político para las delegaciones de los países que participaron en la Conferencia. Estas recomendaciones son notables, no sólo por sus propuestas de amplio alcance sobre cómo restaurar la estabilidad económica global y prevenir futuras crisis, sino también debido a que incorporan los puntos de vista de aproximadamente 100 organizaciones y redes de la sociedad civil que participaron en un proceso de consulta facilitado por el Servicio de Enlace de las Naciones Unidas con las Organizaciones no Gubernamentales (NGLS por su sigla en inglés).

En el período previo a la Conferencia, Social Watch junto con otras organizaciones allegadas, aumentó su trabajo de incidencia no sólo a favor de una participación de alto nivel en la Conferencia y un resultado final sólido, sino también a fin de destacar los impactos sociales y ambientales de la crisis mayormente ignorados por los políticos y los medios de comunicación. Estos esfuerzos tuvieron un éxito parcial – aunque la sociedad civil no logró deshacer los efectos del boicot informal a la Conferencia que se tradujo en la ausencia de las autoridades de las Instituciones de Bretton Woods (IBW) y de todos excepto una docena de jefes de Estado, se alcanzó un resultado negociado hacia el final de la conferencia. Más exitoso fue el intento de la sociedad civil de destacar las voces de las comunidades marginadas afectadas por la crisis sistémica. Concretamente, el 20 de junio en Nueva York se realizó la “Audiencia Popular sobre la Crisis”, un foro organizado por Social Watch y una coalición de otras 30 organizaciones de la sociedad civil locales, nacionales e internacionales, que convocó a activistas por los derechos sociales, económicos, laborales, ambientales y de género, en representación de comunidades desde el Bronx a Benín, para dar testimonio de cómo la crisis afecta sus vidas y sustentos. Miembros de las coaliciones nacionales de Social Watch de Benín, Bulgaria, Nepal, Nigeria, Sudán, Uruguay y Estados Unidos contribuyeron a los diferentes paneles temáticos del evento, que fue inaugurado por un discurso inspirador del Padre Miguel D’Escoto, que impulsó a los participantes “a inyectar un nuevo espíritu de responsabilidad y solidaridad” con la gente más afectada por la crisis en los debates sobre posibles soluciones al debacle financiero. La “Audiencia Popular” fue un evento significativo no sólo por el contenido de los testimonios presentados, sino también por el hecho de haber proporcionado una plataforma para que los movimientos de bases de Nueva York se relacionaran y construyeran alianzas con organizaciones internacionales que realizan un extenso trabajo de incidencia dentro del sistema de Naciones Unidas, pero tienen poco contacto con grupos locales. Es de esperar que esas relaciones se fortalezcan en el futuro próximo, mientras los procesos políticos relacionados con la crisis siguen desarrollándose tanto en las Naciones Unidas como en otros foros mundiales.

Desde la perspectiva de la sociedad civil, la Conferencia en sí misma tuvo resultados diversos. El documento final es especialmente duro en su análisis de las causas de la crisis, estableciendo claramente que los “fallos de los regímenes regulatorios, agravados por una excesiva confianza en la autorregulación del mercado, una ausencia general de transparencia e integridad financiera y un comportamiento irresponsable” fueron los factores subyacentes que causaron el colapso del sistema financiero. Además, el documento acusa directamente a los poderes más grandes del mundo afirmando que “los países en desarrollo, que no causaron la crisis económica y financiera mundial, de todas formas se ven afectados gravemente por ella”.  También reconoce los impactos diferenciados de la crisis, mencionando que, como resultado, las mujeres “se enfrentan a una mayor inseguridad de ingresos y sobrellevan una carga más pesada en la atención a la familia”. En cuanto a las recetas políticas, el documento reconoce la posibilidad de que los países en desarrollo deban hacer frente a un mayor endeudamiento que requiera paquetes de estímulo para mitigar los impactos de la crisis económica actual, y aconseja la necesidad de una combinación de alivio de la deuda, subvenciones, congelación de la deuda y, en general, un marco más estructurado para la deuda. El documento también condena las condiciones procíclicas que el FMI ha incorporado en muchos de sus programas de rescate, y aboga por una mayor flexibilidad política para los países en desarrollo. Con respecto al comercio, el documento condena los efectos de las medidas proteccionistas en los países en desarrollo y defiende el uso de “medidas legítimas de defensa del comercio” de ser necesario. Sin embargo, también hace un llamamiento a que “se llegue a una conclusión rápida, ambiciosa, exitosa y equilibrada de la Ronda de Doha” de negociaciones de la OMC como su receta principal en cuanto al comercio, y no hace ninguna mención a las cláusulas relativas al comercio de servicios financieros incluidas en injustos tratados comerciales bilaterales y regionales que aumentaron enormemente la vulnerabilidad de muchas economías de los países en desarrollo.

En particular, no se cumplieron muchas de las expectativas de la sociedad civil en cuanto a los mecanismos de seguimiento del proceso de Conferencia. Contrariamente a lo recomendado por la Comisión Stiglitz, el documento final no estableció la creación de ninguna nueva institución de Naciones Unidas para supervisar la reforma de la arquitectura financiera internacional, como por ejemplo, un “Consejo Económico Mundial”. En cambio, el documento sólo incluye un mandato para conformar un grupo de trabajo ad hoc dentro de la Asamblea General para seguir trabajando sobre las cuestiones presentadas en la Conferencia, y una recomendación para que ECOSOC considere la posibilidad de establecer un panel de expertos ad hoc sobre los temas relacionados con la crisis financiera y sus impactos en el desarrollo, que podría brindar conocimientos y análisis técnicos independientes y también fomentar el diálogo entre políticos, académicos, instituciones y sociedad civil.

Sin embargo, es alentador que durante la reunión del mes pasado de ECOSOC en Ginebra, la institución progresó con respecto a los mecanismos de seguimiento de la Conferencia, solicitando para el mes de septiembre informes detallados relacionados con el establecimiento del panel de expertos, como también sobre una mayor coherencia en las políticas relacionadas con la crisis dentro del sistema de Naciones Unidas y sobre la implementación de los acuerdos entre las Naciones Unidas y las IBW. Además, la Asamblea General ya adoptó una resolución para formalizar la creación del grupo de trabajo ad hoc. Éstos son avances significativos, pero tomarse acciones aún más decisivas para construir e implementar soluciones a la crisis justas y duraderas que estén al nivel de la magnitud real del colapso económico mundial actual. A fin de que esto sea una realidad, la sociedad civil debe estar lista para alzar su voz más alta que nunca, de modo que las voces de los trabajadores, las mujeres y los pobres afectados por la crisis, no se acallen para siempre.

Para acceder al texto completo del documento final de la Conferencia de ONU visite: www.un.org/es/comun/docs/?symbol=A/RES/63/303

Par ver video clips del evento “Audiencia Popular sobre la Crisis” visite: www.youtube.com/SocWatch

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