Rigor fiscal, una política suicida

Informe de UNCTAD

El rigor fiscal es una política suicida, pues “debilita la recuperación, obstaculiza la mejora en la recaudación y entorpece el crecimiento económico, con lo cual se termina por no lograr el equilibrio fiscal que se quería”, evaluó este mes la UNCTAD. Sin embargo, la moda se extiende, no sólo entre los países ricos altamente endeudados, sino ahora también entre los países en desarrollo que no tienen este problema, escribe Roberto Bissio, director del Instituto del Tercer Mundo, en su columna más reciente para Agenda Global.

A continuación, la columna de Bissio:

Austeridad, un castigo innecesario
Por Roberto Bissio*

Las políticas de austeridad con que los gobiernos quieren enfrentar la nueva crisis económica mundial pueden ser socialmente dañinas y económicamente equivocadas, advierten las Naciones Unidas en momentos en que el rigor fiscal tiende a imponerse como la nueva moda.

Al estallar la crisis financiera en setiembre de 2008 con la caída de grandes bancos de inversión y el colapso de las bolsas, los gobiernos reaccionaron socializando las pérdidas de los bancos para evitar catástrofes peores y estimulando las economías, ya sea mediante “estabilizadores automáticos” como los seguros de desempleo o con paquetes de estímulo para sustituir con gastos públicos la ausencia de demanda privada en los mercados.

Tres años después, las bolsas del mundo se desplomaron de nuevo a mediados de setiembre y grandes bancos alemanes, franceses y estadounidenses están otra vez al borde la bancarrota, pero ahora la receta política es la inversa: cortar los gastos gubernamentales en vez de expandirlos.

Según la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), con sede en Ginebra, los países ricos y pobres reaccionaron de distinta manera a la crisis de 2008: “El crecimiento económico en los países en desarrollo, como grupo, sufrió menos el impacto, gracias a las activas políticas fiscales contra-cíclicas” de aumentar el gasto público cuando la economía se contrae, sostiene el Informe sobre Comercio y Desarrollo 2011 recién publicado. “En consecuencia el resultado fiscal mejoró en 2010 y la relación entre la deuda y el producto se mantuvo bajo control”.

En cambio, en los países desarrollados los estímulos se dirigieron a recomponer activos bancarios y reducir los impuestos a los millonarios, la conversión de la deuda privada en deuda pública. El nivel de endeudamiento llegó a 60% del producto en el promedio de los países desarrollados y más del 100% para la mayoría de los miembros del G7.

Así, “los gobiernos comienzan a cambiar del estímulo fiscal al rigor fiscal, en un esfuerzo por mantener o recuperar la confianza de los mercados financieros sobre su solvencia, que es vista como clave para la recuperación económica”.

Todo el mundo sabe que la crisis de 2008 fue el resultado del fracaso de los mercados financieros. Sin embargo, después de haber tenido que rescatar a instituciones financieras que actuaron irresponsablemente, amparada por equivocadas evaluaciones de riesgo de las agencias calificadoras, ahora los gobiernos vuelven a confiar en el juicio de estos financistas sobre qué constituiría una política financiera y macroeconómica adecuada, aun a costa de tomar medidas antipopulares.

Según UNCTAD “el rigor fiscal es prematuro en muchos países donde la demanda privada no se ha recuperado lo suficiente y donde el estímulo sigue siendo necesario para evitar el estancamiento. Es una política suicida, puesto que “se debilita la recuperación, se obstaculiza la mejora en la recaudación y entorpece el crecimiento económico, con lo cual se termina por no lograr el equilibrio fiscal que se quería”.

Y no obstante, la moda se extiende, no sólo entre los países ricos altamente endeudados, sino ahora también entre los países en desarrollo que no tienen este problema.

UNICEF, el organismo de las Naciones Unidas para la infancia, la institución de la ONU que más reconocimiento tiene entre el público y más donaciones recibe, ha estudiado las políticas sociales y fiscales en 128 países en desarrollo, o sea aquellos que según UNCTAD mejor han capeado la crisis y concluye que si bien la mayoría de estos gobiernos protegió a su poblaciones vulnerables, y en particular a los niños, del impacto de la crisis en 2008 y 2009, una contracción prematura de los gastos sociales comenzó a registrarse a partir de 2010. Más de 90 países (un 70% de los encuestados) habrán reducido sus gastos en 2012, sostiene UNICEF, y una cuarta parte de los países está en camino de una “contracción excesiva”, o sea un corte de sus gastos sociales e niveles inferiores a los que tenían antes de la crisis.

La experiencia indica que los niños y los hogares pobres son los más impactados por las medidas de austeridad, dice el equipo de investigadores dirigido por la española Isabel Ortiz. “La ventana de oportunidad en el desarrollo fetal y del infante es pequeña y una privación hoy puede tener impactos irreversibles en las capacidades físicas e intelectuales, que reducirán la productividad del adulto y costará muy caro al país”.

A través de un estudio detallado de los informes del Fondo Monetario Internacional sobre cada país, UNICEF concluye que 56 de los 128 países en desarrollo analizados están considerando cortar subsidios al agua, la energía eléctrica, los combustibles o los alimentos. Más de cincuenta países van a cortar o limitar los salarios, 34 países están “racionalizando” (eufemismo por reducir) los gastos sociales, 28 están recortando las pensiones y 53 aumentando impuestos a las ventas o al valor agregado sobre los productos que consumen los pobres. Más de cien países están planificando medidas en por lo menos dos de estas categorías.

Aun suponiendo que la necesidad de reducir el déficit fiscal fuera imperiosa en algunos de estos países, Ortiz argumenta que hay “un extenso menú de opciones” para llegar a este resultado por otras vías, como por ejemplo redistribuyendo el presupuesto y recortando gastos en defensa y no en el sector social, aumentando los impuestos a la renta, al patrimonio o al consumo suntuario,  reduciendo la fuga de capitales, usando productivamente las reservas acumulados en los bancos centrales e incluso revisando las doctrinas macroeconómicas para admitir que un poco de déficit fiscal puede ser una buena idea para evitar la pérdida del capital humano.

*Director del Instituto del Tercer Mundo (ITeM).

Fuente: Agenda Global