El desarrollo a costa de la sustentabilidad

Publication_year: 
2012
Summary: 
En un esfuerzo por alcanzar el estatus de país desarrollado para 2020, el Gobierno está implementando un modelo de desarrollo insustentable. Por ejemplo, una selva entera está siendo inundada y al menos 15 comunidades han sido reubicadas para construir una enorme represa hidroeléctrica, una gestión irresponsable que se traducirá en la pérdida de especies endémicas y en aumento del descontento social. Mientras tanto, el derecho del pueblo a participar en la gestión de los recursos naturales está prácticamente silenciado. Únicamente el empoderamiento de las personas y la garantía del acceso a la información harán posible que el Gobierno sea capaz de abordar el desarrollo sustentable.

Friends of the Earth Malaysia
Sahabat Alam Malaysia

En un esfuerzo por alcanzar el estatus de país desarrollado para 2020, el Gobierno está implementando un modelo de desarrollo insustentable. Por ejemplo, una selva entera está siendo inundada y al menos 15 comunidades han sido reubicadas para construir una enorme represa hidroeléctrica, una gestión irresponsable que se traducirá en la pérdida de especies endémicas y en aumento del descontento social. Mientras tanto, el derecho del pueblo a participar en la gestión de los recursos naturales está prácticamente silenciado. Únicamente el empoderamiento de las personas y la garantía del acceso a la información harán posible que el Gobierno sea capaz de abordar el desarrollo sustentable.

En 1991, el entonces primer ministro Mahatir bin Mohamed introdujo el concepto de Wawasan 2020, o "Visión 2020". Este concepto se basa en la idea de que Malasia podría convertirse en un país desarrollado para 2020, y estableció nueve desafíos estratégicos que tuvo que superar, incluyendo garantizar una sociedad económicamente justa, una economía competitiva y dinámica, y también la inclusión de las minorías étnicas y la creación de un sentimiento de unidad nacional[1].

Este plan fue  ulteriormente recalibrado. En 2009, el actual primer ministro Najib Tun Razak declaró que las estrategias tuvieron que ser redefinidas sobre todo debido a que, para lograr los objetivos económicos de Wawasan 2020, es necesario alcanzar una tasa de crecimiento económico de aproximadamente el 8%[2], mientras que el promedio de 2000 a 2010 fue apenas de 1,20 % y en 2009 se alcanzó un mínimo histórico del 7,8%, seguido de un pico ese mismo año del 5,9% y un estimado del 3,2% para 2011[3]. La otra razón, según el primer ministro, fue que "una nación desarrollada no se define únicamente por ser más rica. Existen importantes medidas sociales y de calidad de vida que deben tenerse en cuenta al considerar nuestros objetivos y nuestros aciertos"[4].

Esta idea es compartida por el ex ministro de Comercio Internacional e Industria y por el miembro en funciones del Parlamento, Rafidah Aziz, quien también se sintió optimista respecto a lograr la condición de país desarrollado para 2020. "Nos hemos abocado a convertirnos en una sociedad desarrollada a nuestro propio modo lo que significa que nuestra sociedad en 2020 podrá ser multirracial, cohesiva, tolerante, respetuosa de los demás y despolarizada",  señaló[5].

A pesar de estas buenas intenciones y también del hecho de que en la década de 1970 Malasia fue pionera en el establecimiento de un marco para la gobernanza medioambiental[6], muy poco se está llevando a cabo hoy en día para adoptar un modelo de desarrollo verdaderamente sustentable, especialmente en relación a la evaluación de los problemas ambientales. De esta manera, por ejemplo, el cumplimiento por parte del país de los acuerdos de Río 92 ha sido, en general, decepcionante. A partir de ese año se ha experimentado un mayor desarrollo de la industrialización, la urbanización y la infraestructura que se ha traducido en la pérdida de biodiversidad y de ecosistemas vitales, en particular en la pérdida de manglares y bosques de tierras bajas. Por otra parte, a pesar de lo dispuesto en numerosas leyes las personas en las zonas afectadas son escasamente consultadas y el Gobierno continúa manteniendo el secreto cuando se trata de proyectos de desarrollo.

De hecho, el modelo de desarrollo implementado por el Gobierno se centró en el desarrollo financiero e industrial sin tomar en cuenta el medio ambiente, siendo caracterizado por el consumo desenfrenado y el derroche de agua y electricidad, lo que deviene en degradación medioambiental y problemas de salud.

                                                                             
Pérdida de biodiversidad y leyes permisivas

Malasia posee una flora y fauna excepcionalmente rica y diversa, con aproximadamente 25.000 especies de plantas[7], 746 especies de aves, 300 especies de mamíferos, 379 especies de reptiles, 198 especies de anfibios y 368 especies de peces[8]. Dentro de esta flora y fauna, 2.199 especies son endémicas[9].

Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), Lista Roja 2010, Malasia ranquea tercero en el mundo entre los países con mayor número (1.180) de especies amenazadas[10]. De esta cifra, 488 son especies animales, con 47 de ellas dentro de la categoría de "peligro crítico". Además, 188 de 692 especies de plantas se encuentran en peligro crítico, y cuatro especies de plantas endémicas se han extinguido[11].

La última planta declarada extinguida es la Shorea kuantanensis, luego de que el único bosque en el que crecía, la Reserva Forestal Bukit Goh, en Kuantan, fue talado para el cultivo de la palma aceitera. Las otras dos son especies de helechos y el arbusto de floración Begonia eromischa.

Las selvas tropicales de Malasia son ricas en madera, plantas medicinales, resinas, fertilizantes y, además, suministran  agua dulce, protegen los suelos contra la erosión y la pérdida de nutrientes, y mantienen una gran biodiversidad. Malasia, de hecho, es reconocida como uno de los 12 países megadiversos del mundo[12]. Esto significa que posee una gran responsabilidad de salvaguardar su diversidad biológica. A pesar de que existen leyes para regular la explotación de los recursos naturales y para la protección del medio ambiente, su implementación y aplicación continúan siendo malas.

Numerosas leyes requieren ser revisadas, pero dado que el desarrollo económico sin una perspectiva sustentable ha sido una alta prioridad, los esfuerzos para reafianzar las leyes deficientes, a menudo, pasan a un segundo plano. Por ejemplo, la propuesta para enmendar la Ley de Calidad Ambiental de 1974 se ha debatido durante casi una década, y una ley de protección de la vida silvestre de 1972 fue reemplazada por la Ley de Conservación de la Naturaleza 2010, después de aproximadamente 15 años de deliberación. Por otra parte, las nuevas leyes omiten abordar los temas clave pasados por alto por las antiguas reglamentaciones, las mismas que han contribuido al dudoso estatus del país de ser un centro regional para el tráfico de especies silvestres.

Otro punto débil radica en la clara separación de poderes entre los gobiernos federal y estatal en relación a los recursos como la tierra, los bosques y el agua. Mientras que la mayoría de las políticas sobre biodiversidad (por ejemplo, la Política Nacional de Biodiversidad, la Política Forestal Nacional y la Política Nacional de Tierras) fueron establecidas a nivel federal, la adopción de estas políticas se ha mantenido debilitada en el ámbito estatal, donde precisamente resulta más necesaria una implementación eficaz.

Extracción de recursos y deforestación

Hasta la década de 1970, la economía de Malasia dependió, en gran medida, de los recursos naturales del territorio. Por ejemplo, las grandes plantaciones de caucho fueron un importante pilar de la economía del país desde la época colonial. Por lo tanto, la vertiginosa pérdida de selva tropical en el siglo XX puede vincularse claramente a los modelos de extracción implementados por las sucesivas administraciones[13]. Grandes áreas de tierras cultivables fueron despejadas para la producción de caucho y palma de aceite, y un gran número de árboles fueron talados con el fin de cumplir con la demanda de madera de los mercados nacionales e internacionales: en 1985, por ejemplo, el sector forestal aportó más de un 15% de los ingresos de exportación del país[14]. Según algunos estudios, la tasa de deforestación de Malasia está creciendo de manera más vertiginosa que la de cualquier otro país tropical[15]. De hecho, su tasa de deforestación anual aumentó casi un 86% entre 1990 y 2005, con una pérdida completa de cobertura forestal de 140.200 hectáreas por año desde 2000[16].

Se ha señalado que, si bien Malasia "en los papeles " posee una de las mejores políticas de protección de bosques tropicales en desarrollo de Asia, existe una gran brecha entre la ley y su plena implementación y aplicación, de manera tal que la tala aún representa una amenaza para la integridad de las selvas tropicales. De hecho, durante las últimas dos décadas, la gestión sustentable de los bosques ha sido inexistente[17].

Mientras fue formulado a principios de 1970 un marco jurídico y administrativo, los impactos medioambientales del desarrollo agrícola basado en la tierra y las prácticas extractivas crecieron en magnitud, incluyendo la deforestación, la cual se ha intensificado de manera significativa[18].

Las consecuencias de la deforestación y del mal uso de la tierra son numerosas: erosión del suelo, cambios hidrológicos, contaminación por plaguicidas de las aguas superficiales, así como también la pérdida de la flora y fauna local. Asimismo, el riesgo de inundaciones y deslizamientos de tierra está aumentando[19], y para los pueblos indígenas, quienes han dependido siempre de la selva para la medicina, la vivienda y la alimentación, la destrucción de su principal fuente de subsistencia también redunda en la pérdida de sus formas de vida tradicionales: cuando el bosque desaparece, también desaparece su cultura.

Megaproyectos, mega-destrucción

En las últimas dos décadas Malasia ha sido testigo de una serie de controvertidos proyectos públicos y privados. Sus impactos socio-medioambientales aún están siendo calculados.

El proyecto más polémico es el  Proyecto Hidroeléctrico de Bakun de 2.400 MW en el estado de Sarawak (en la isla de Borneo), donde un área de unos 695 Km2 (equivalente al tamaño de Singapur) va a ser inundada. Considerada como la segunda represa de escollera de hormigón a la vista más alta del mundo, el proyecto fue criticado por desatender los temas medioambientales y, además, por su dudosa justificación respecto a la creciente demanda de energía.

De hecho, la mayor parte de esta argüida demanda se dice que proviene de la península de Malasia, y no del este de Malasia, donde se encuentra ubicada la represa. Pero algunos críticos del proyecto han señalado que en la Malasia peninsular existe superabundancia de electricidad, lo que torna innecesario el proyecto hidroeléctrico[20].

Tras dos intentos fallidos de construir la represa, en 1994 el proyecto fue privatizado a la Ekran Berhad, una compañía maderera que no posee experiencia en la construcción de represas, y su finalización tenía como meta el 2003. En la subsiguiente crisis financiera asiática de 1997, el Gobierno de Malasia se hizo cargo del proyecto y le costeó una "compensación" a Ekran, la cual había completado el 50% de las obras de ingeniería.

El proceso de inundación fue iniciado el 13 de octubre de 2010, y  además del anegamiento de un vasto bosque tropical, lo que supondrá la pérdida de una gran cantidad de biodiversidad (que incluye a numerosas especies endémicas), 15 comunidades indígenas tuvieron que ser reubicadas río abajo. Este traslado forzado generó gran descontento entre la población de la zona, junto con reclamos de indemnizaciones sin resolver, pérdida de medios de subsistencia y una infinidad de otros problemas sociales. Varias comunidades que rechazaron el plan de reubicación presentaron una demanda conjunta contra el Gobierno debido a la pérdida de sus tierras nativas ancestrales. El caso aún está pendiente. Además, ha habido informes recientes acerca de prácticas de construcción inseguras –  e incluso ilegales –  las que parecen ser un asunto cotidiano en la construcción debido a las deficientes medidas de seguridad.

¿Un centro de industrias sucias?

Existe inquietud entre grupos de la sociedad civil y algunos funcionarios de Gobierno acerca de que las ambiciones de industrialización del Gobierno (a pesar del reclamo "verde") podrían convertir a Malasia en un imán para industrias contaminantes.

Todavía más alarmante es el hecho de que la extensa costa del país, especialmente en la península, está destinada a un centro petroquímico que se verá acompañado de la construcción de puertos a los efectos de facilitar la exportación de los productos finales. Estas industrias intensivas de energía también requieren que se construyan plantas de energía eléctrica a carbón como la que se encuentra en la Región en Desarrollo Iskandar, en el estado de Johor.

Este tipo de desarrollo costero a gran escala está aniquilando los bosques de manglares del país, los cuales son sitios de desove de peces que han sustentado la pesca artesanal costera durante generaciones. Las quejas de las comunidades locales acerca de las decrecientes capturas han caído mayormente en oídos sordos, con una magra compensación por parte de los promotores del proyecto y del Gobierno. En algunas áreas el desarrollo costero promovido por la industria de la acuicultura también ha restado tierras de cultivo con posibles consecuencias  para la seguridad alimentaria de la nación en los próximos años.

La resistencia a la agenda de desarrollo no sustentable del Gobierno ha sido, por lo general, cercenada mediante la censura a los medios de comunicación y el uso de una variedad de leyes que limitan la libertad de prensa, incluyendo la Ley de la Seguridad Interna, la Ley de los Secretos Oficiales, la Ley de la Sedición y la Ley de la Policía.

Sin embargo, una campaña bien organizada encabezada por las comunidades afectadas ha demostrado que los ciudadanos bien informados pueden convertirse en una importante fuerza para desafiar los planes de desarrollo no sustentable del Gobierno. Por ejemplo, dos casos exitosos en este sentido son el cierre de la fábrica de tierras raras Malayo-Japonesa, en el estado de Perak (a finales de 1990), y el abandono de la incineradora de residuos situada a solo 40 Km. de la capital.

Hoy en día, el mayor desafío para el desarrollo sustentable en Malasia es el empoderamiento de la gente mediante el conocimiento de sus derechos, garantizando el acceso a la información y creando mecanismos de participación pública genuina, de modo tal que la formulación de las políticas nacionales y las decisiones sobre el desarrollo de proyectos pueda ser verdaderamente analizada en base a la economía, la sociedad y el medio ambiente, es decir, sobre los tres pilares del desarrollo sustentable.

[1] M. Mohamad, The way forward (Kuala Lumpur: Oficina del primer ministro, 2008);  Veáse también: <www.wawasan2020.com/vision/index.html>.

[2] R. Pakiam y  S. Adam, “Malaysia Must Expand Faster to Be Developed Nation, Najib Says”, Bloomberg News, (28 de agosto de 2009), <www.bloomberg.com>.

[3] TradingEconomics.com, Malaysia GDP Growth Rate, 2011, <www.tradingeconomics.com/malaysia/gdp-growth>.

[4] R. Pakiam and S. Adam, op cit.

[5]  The Malayisian insider, Rafidah says Malaysia can be developed nation by 2020, (18 de mayo de 2020), <www.themalaysianinsider.com>.

[6] A. A. Hezri y M. Nordin Hasan, Towards sustainable development? The evolution of environmental policy in Malaysia, (2006), <www.apimal.org>.

[7] Ibídem.

[8] Mongabay.com, Malasia, (2006),  <rainforests.mongabay.com/20malaysia.htm>).

[9] Ver: <life.nthu.edu.tw/~d868210/jpg/hwk2/content.html>

[11] Ibídem.

[12] Hezri y Nordin Hasan, op cit.

[13] Ibídem.

[14] Ibídem.

[15] Mongabay.com,op cit.

[16] Ibídem.

[17] Ibídem.

[18] Hezri y Nordin Hasan, op cit.

[19] Ver: <outskirtoutreach.org>

[20] Ver: <bakun-dam.co.tv>

AttachmentSize
malasia2012_esp.pdf151.27 KB
Region: 
left